TEMA DE CONVERSACIÓN
18 de septiembre de 2025
La Fe Auténtica: ¿Emoción o Devoción?

En los tiempos que corren, donde lo visual y lo emocional son primordial en casi todo el ámbito de la vida, la fe cristiana no escapa a esta tendencia.
Nos encontramos inmersos en una era de "worship emocional", donde canciones con estribillos pegadizos y predicaciones entretenidas que buscan más arrancar una sonrisa que provocar un quebranto corren el riesgo de diluir la esencia misma del Evangelio. Frente a esto, la Palabra nos interpela directamente: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21). Este versículo no es una sugerencia, es un llamado de atención urgente.
¿Cuántas veces confundimos la emoción de un momento con la devoción de una vida? Es fácil levantar las manos en un culto conmovedor, pero el verdadero culto agradable a Dios se vive en la obediencia cotidiana, en las decisiones que tomamos lejos de las miradas de los demás. La fe auténtica no se mide por la intensidad de nuestros sentimientos en un momento de éxtasis espiritual, sino por la profundidad de nuestra raíz en Cristo, que se revela en la tormenta.
La verdadera devoción es un compromiso que trasciende lo emotivo. Se demuestra en la intimidad con Dios en la quietud de la mañana, cuando nadie ve. Se valida en el servicio al prójimo, en ese amor práctico que no espera nada a cambio. Se fortalece en la fidelidad en lo secreto, en la integridad que se mantiene incluso cuando hay oportunidad de transgredir sin consecuencias aparentes.
No estoy en contra de la emoción. ¡Dios nos hizo seres emocionales! Pero cuando la emoción se convierte en el combustible principal de nuestra fe, estamos construyendo sobre arena. La fe que persevera es la que está cimentada en la Roca, en una relación profunda, de conocimiento de la Palabra y de obediencia, aunque no "sienta" nada.
Hagámonos esta pregunta incómoda pero necesaria: ¿Busco a Dios por lo que siento cuando lo alabo, o lo busco a Él por quien Él es, independientemente de mi estado anímico? La adoración que agrada a Dios es en espíritu y en verdad. No se trata de sensaciones, se trata de entrega. No se trata de espectáculo, se trata de santidad.
Que nuestra conversación hoy no sea solo otra más. Que sea un punto de inflexión. Dejemos de conformarnos con una fe superficial y aspiremos a una devoción radical, la misma que tuvo aquel que dijo "hágase tu voluntad" en Getsemaní, cuando la emoción humana le pedía huir. Esa es la fe que transforma.
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